Editando La Hora Cero

Editar La Hora Cero, dirigida por Diego Velasco, significó asumir muchos retos porque se trabajó desde un guión muy ambicioso. Es una película de acción con muchas capas: crítica social-drama-humor con muchos personajes que entrecruzan sus historias a diferentes ritmos y tonos.

Esta película tiene una emocionante espectativa: es el primer turno al bate de un equipo de profesionales con mucho para dar: Fué ópera prima para el director, los escritores, varios de los actores principales, los músicos y para el editor también. Otto Scheuren, quien comienza describiendo: “El proceso de post comenzó desde Caracas, encabezado por Alfredo Hueck, quien estuvo muy cerca del set para importar y organizar el material en la computadora. Él fue quien hizo un primer acercamiento con las imágenes capturadas desde las cámaras RED y aseguró que estaba todo ahí para contar la historia. Esto fue mi punto de partida.”
El corte que hizo Alfredo se mantuvo en la línea narrativa original del guión. Para Otto, fue valiosísima su intervención en esta primera etapa ya que, según sus propias palabras: “Me dio más seguridad para enfrentar el proyecto”.
Otto Scheuren es venezolano, creció en una familia ligada al cine y la TV (Cinemateriales, Creativos Audiovisuales), se hizo comunicador social en la UCAB en 1998 y trabajó en varios canales de TV (Bravo, RCTV, Sony, etc.) como productor, creativo y editor. Actualmente, desde hace 6 años, es editor para una casa de postproducción en Venice – California llamada Makiné Studios.
“Creo que un editor debe conocer un poco de todo el proceso de realización: de escritura, de producción, de dirección, de detalles técnicos… porque todo eso se toma en cuenta en el montaje.”
Diego y Otto se conocen en Los Angeles: Colaboraron en un par de cortometrajes (“Day shift” y “Rosas de Color Rosa“), participan en la movida de Venezolanos en Hollywood afianzando la amistad y la complicidad profesional. “Diego me mostró el guión de esta película desde sus primeros borradores y lo chévere es que el proceso de feedback siempre ha sido muy franco y relajado… A Diego le interesa muchísimo escuchar a quienes lo rodean.”

¿Cómo resumirías el proceso de edición de LHC?
Fue como pintar un inmenso mural. Se trabajó con atención a muchos detalles, muy de cerca; pero al mismo tiempo no podía estar seguro de cómo se ve hasta que alguien un poco más alejado de la edición me diga que está quedando bien o qué está quedando un poco torcido. Siempre edité muy cerca de Diego y Carolina Paiz (co-guionista), y a la vez se hicieron focus group con diferentes perfiles de personas. Se mostraron cortes aquí en Los Ángeles (con el grupo de venezolanos que vive acá) y en Caracas (tanto gente que conocía el proyecto como los que no sabían nada de nada)… todas esas impresiones afinaron la película en todo nivel, y lo más importante, me cambió la manera de percibir el trabajo que yo mismo estaba haciendo.
¿Es muy diferente el guión original al corte final?
Creo que en esencia la película que vemos en la pantalla transmite lo que se sentía en el guión. Si hubo muchas escenas re-escritas y re-ubicadas. Varias veces aplicamos el recurso de dividir escenas para sobreponerlas unas con otras. Es decir, escenas que estaban escritas de una manera contínua se entre-cortaron. Con eso, conseguimos un ritmo más dinámico, resumimos mejor algunas sub-tramas y nos encontrábamos con un “contra-punteo” que surge al cruzar diálogos de escenas separadas, es decir, como si una frase de un personaje le respondiera a un diálogo que pertenece a otra escena.
¿Qué tal fue cortar las escenas de acción?
Muy trabajoso. Cada escena de acción tuvo diferentes grados de complejidad: motos, taxi, tiroteo, muchos extras, etc. Creo que el primer rollo de película (los primeros 20 minutos del corte) fue el más difícil, porque hay mucha acción y es el momento en que tenemos que presentar a los personajes. Cada escena de acción se trabajó con varias cámaras simultáneamente para asegurar estar cubiertos por todos los ángulos pero eso hace más difícil la decisión de cuál toma escoger para el montaje.
¿Qué me dices de los flashbacks que aparecen en la película?
No quiero contar mucho de la historia para quienes no la han visto. Te puedo decir que le dimos muchas vueltas para fijar un tratamiento a esos flashbacks. Por un momento se pensaba en fijar un tipo de transición (tipo un resplandor o algo así) pero creo que el “contra-punteo” que hablamos hace un momento fue lo que nos trazó la manera de contar LHC y creo que ayudó a que fluyera mejor la trama, sintiendo un poco más a los personajes.
¿Cómo fue editar las escenas con actores que por primera vez participan en una película?
Pues… No sé qué pensaron ellos cuando le dijeron que el editor es primera vez que corta un largometraje (jejejeje). Cada escena tuvo su propio “kíkiri-güíki”. Hubo situaciones que los actores sin experiencia me daban más frescura al diálogo u otras veces los actores veteranos me ayudaban a mantener consistencia para el resto de los personajes… Todos estuvieron muy bien. A quien le doy un mérito especial por su trabajo actoral es a Laureano Olivares (El Buitre), no importaba que estuviera en el background o en primer plano si era una situación cómica o un drama, él siempre tenía la actitud del personaje… No se le escapó nada… Creo que sus 15 películas de experiencia se notaron. Pero sin duda, todos y cada uno del elenco dio vida a la historia y lo más importante es que varios de ellos tienen un carisma muy especial que conecta con el público como La Parca (Zapata 666) o El Cura (Mascioli Zapata) o el Comisario Peña (Alejandro Furth)… Me gustó mucho el trabajo de todos, llenaron la pantalla con mucho talento y por supuesto el trabajo del director fue fundamental para alcanzar el nivel de todo el elenco.
¿Cómo crees que la gente perciba La Hora Cero en Venezuela?
Todos estábamos concientes que hay mucha gente que no estima la producción nacional y gran porcentaje no quiere ver más películas con malandros. Creo que tuvimos la suerte que este año fue excelente para el cine venezolano como “Hermano“, “Habana Eva“, “Taita Boves” y otras más. Eso nos levantó una ola de interés que benefició muchísimo a la percepción del público nacional. Yo siempre estuve conciente que LHC tenía que cumplir el objetivo principal de entretener sin olvidarnos la realidad social. Cuidamos que la historia fuese hilada a un ritmo que engancháse a a audiencia con los personajes y sintieran que los 100 minutos pasan volando. Creo que mucha gente ha salido contenta del cine.
¿Cómo diferenciarías entre las películas de malandros hechas anteriormente con La Hora Cero?
El género del cine de malandros es en Latinoamérica como es el Western en los Estados Unidos. A medida que se siguió trabajando ese género de vaqueros, fue creciendo un lenguaje cinematográfico. Creo que nosotros en Venezuela vamos por un camino similar. Seguimos en la búsqueda de nuestra propia voz con ese género. Es comprensible que tengamos la tendencia de recurrir a estos temas porque son personajes (los malandros) quienes viven una violencia real, con unas circunstancias muy especiales que pueden sorprendernos (como los vaqueros lo hicieron en un ambiente sin ley). La diferencia es que nosotros somos testigos de esa realidad (los vaqueros son historias del pasado que nunca vivimos). La nueva propuesta de LHC estuvo en jugar con muchas aristas entre: lo crudo y lo cómico; realidad con surealidad venezolana, lo social con entretenimiento, la ética de los medios de comunicación con la ética de quienes hacen uso de las leyes, el país polarizado con el país que puede estar unido, los problemas que hubo en los noventas con los problemas que la audiencia vive hoy en día… no sé, creo que hay un poco de todo eso en este film. Y pienso que técnicamente dio un paso hacia adelante también.
¿Cuál podría ser la recomendación para quienes se quieren embarcar en hacer películas?
Uff, es un trabajón. Para quien nos esté leyendo, si tiene una idea para hacer una película, que piense que va a dar a luz a esa idea 5 veces, me explico: Vas a parir cuando escribas el guión, vuelve a dar a luz para buscar financiamiento, cuando estás en el set es otro parto, vuelves a parir en la post-producción y de último, la paridera con la promoción y distribución no está fácil… En total, te embarcarás en 5 procesos que son como 5 empresas diferentes para una sola historia que quieres contar. Por eso, te tiene que gustar mucho y sentirte muy seguro del cuento que quieres echar.
¿Siempre te atrajo la idea de trabajar como editor?
Al principio quería ser director, como la mayoría de quienes se dedican a trabajar con sonido e imágenes. Pero el proceso editorial tiene un encanto muy especial. Yo lo comparo como si fuésemos a preparar una comida: el guión es la receta; ir al mercado para seleccionar los ingredientes se refiere a la producción como tal y una vez en la cocina comienza la postproducción, comienzas a cortar, combinar, cocinar, a veces reposar o desechar lo que no sirve… a veces no te trajeron lo que decía la receta pero el talento del chef está precisamente en poder resolver creativamente y servir un buen plato.
¿En qué estás ahora? ¿Habrá otra película editada por Otto Scheuren?
Hay propuestas… pero creo que todo está muy crudo como para anunciarlo, por aquello de: “no se lo digas a nadie para que se dé”. De momento, ando ocupado editando en Makiné. Estoy con muchas ganas de preparar un taller de “Apreciación del montaje” porque es un arte difícil de ver. Incluso para mi, cuando veo una buena película, la primera vez me dejo llevar como espectador. Después tengo que verla dos o tres veces para prestarle atención a la edición. Por otro lado, quiero empujar un website que diseñé y ya está disponible para la comunidad de postproductores en habla hispana, se llama “postproductor.com”, con la intención de abrir un espacio para foros, comentarios, hablar de experiencias, recomendaciones, etc… Ahora que estamos en una era digital, pues la tecnología nos abre tantas opciones que es muy fácil perderse. La clave es compartir las experiencias.

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